¡Cáchame papá! La función del padre.
En nuestra cultura, es ampliamente conocido y exaltado el rol de la madre así como las implicaciones psíquicas que entran en juego cuando la mujer se enfrenta a la crianza de un hijo.
El idealismo y la devoción con que suele describirse la relación madre-hijo por lo general deja fuera a la figura del padre.
Esto lleva a las preguntas:, ¿En qué consiste la importancia de la presencia del padre en la crianza de los hijos? ¿cuál será la función del padre? ¿a qué dificultades se enfrenta el hombre cuando se convierte en padre?
Diversos autores (Freud, Lacan, Winnicott, entre otros) han centrado la atención en el papel primordial que el padre tiene en el proceso de separación que madre e hijo deberán de experimentar para el buen desarrollo y estructuración de la personalidad del niño.
En el momento que la mujer se da cuenta que esta embarazada, deja de pensar en ella como un solo individuo y pasa —con las dificultades y resistencias que esto conlleva— a experimentar una relación en donde madre e hijo se funden en uno solo —se fusionan— (Geissmann C, 2000).
Con el nacimiento del bebé, la madre tendrá que estar preparada para tolerar la disolución de la unidad que había establecido con su hijo, para asumir ahora que el niño requiere de sus cuidados para vivir, pero que es un individuo independiente.
Es en este momento que el padre entra en acción recibiendo a la madre, conteniéndola y haciéndole sentir —o recordándole— que también es una mujer deseada por él y de esta manera favorecer la separación progresiva entre madre e hijo.
Igualmente, en la relación con el hijo; el padre tendrá que contenerlo, ofrecerle seguridad, proporcionar los medios necesarios para que la madre deje de significar todo para el niño y de la misma manera, él deje de ser todo para la madre y así le permita crecer.
La imagen del padre representa el poder, la ley, impone los límites y las prohibiciones: "esto sí está permitido, esto no". Es el garante de las normas sociales y culturales, es el que le brinda una fuente de identificaciones, tanto para el niño: “yo quiero ser fuerte como mi papá”, como para la niña: “yo quiero casarme con mi papá” .
Pero ¿qué ocurre cuando un hombre se convierte en padre? El sujeto que se convierte en padre de un hijo varón, se enfrenta a una representación en espejo que el hijo le ofrece.
Estas representaciones están en relación con la vulnerabilidad, fortaleza, habilidades o torpeza para enfrentar diversas circunstancias, que el niño puede mostrar y que contactan al padre con su propia vulnerabilidad, fortaleza, habilidades o torpeza.
Es frecuente que el sujeto que percibe en su hijo cierta vulnerabilidad o falta de habilidades reaccione con hostilidad y rechace al hijo desde la herida narcisista —en el ego— que le produce el tener un hijo que él percibe como desvalido.
El rechazo del hijo está en relación con el rechazo que el padre puede sentir hacia su propia vulnerabilidad y que ve reflejada en el hijo.
Si por el contrario, el hijo se muestra fortalecido, hábil y entusiasta en su desarrollo; el padre reacciona con orgullo y se manifiesta altamente arrogante por el hijo a quien muestra su total aceptación.
Por otro lado, si resulta ser padre de una niña, el sujeto se va a enfrentar a su completa aceptación y admiración que las niñas suelen desarrollar por el padre del sexo contrario.
En cualquier caso, el ser padre le va a brindar al sujeto una imagen en espejo de sus propias fortalezas y debilidades.
Igualmente lo va a enfrentar a la esencial labor de ser quien propicie la separación entre una madre absorbente y amorosa del hijo que busca crecer y construir su personalidad.
Que el padre pueda “cachar” —contener, orientar, apoyar—, al hijo cuando este trata de crecer y construir su propia personalidad, contribuirá a un desarrollo adecuado en su hijo al llevar a cabo de manera adecuada su función como padre .
